Reseña Desgracia/J. M Coetzee
- Luis Alfredo Brambila Soto
- 25 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2022
Por Alfredo Brambila
La desgracia es una mancha gris que se expande y borra rastro todo de color. Malluga nuestros órganos, sobre todo el corazón y el cerebro. Además, por si fuera poco, en muchos casos es impredecible y en todos los casos irremediable.
El único consuelo es creer que ha sucedido por algo, que tenemos que aprender, que lo qué si no nos mata nos hará más fuerte. Consuelo al fin. Cuando despertemos la desgracia estará ahí.
Son muestras de una desgracia la de David Lurie y Lucy (su hija). Coetzee las describe, logra plasmar el desosiego que siempre padece un desgraciado y sobre todo desmonta esa idea de que un desgraciado es siempre una víctima. Aún a pesar de que la desgracia nos empuja, siempre, muchas veces sin saberlo, damos algún paso por voluntad propia. Por eso una desgracia está compuesta de dos partes: un contexto que la propicia y que posibilita las desgracias, y nuestra complicidad, nuestra ignorancia o nuestra mala suerte que nos vuelve sujetos de la desgracia. Ignorancia y mala suerte son prácticamente un sinónimo. Como dice Borges: “lo que llamamos azar (mala suerte) es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la casualidad”.
La desgracia de David Lurie fue así. Un contexto puritano, donde el formalismo político imponía el hecho de eximir responsabilidades y voluntad propia a una mujer y convertirla en permanente víctima. Más su propia complicidad y responsabilidad, manifestado en su falta de ética y profesionalismo, su incapacidad para controlar sus impulsos, no saber leer el contexto en que se ubicaba. Ah y más su soberbia que le impidió pedir disculpas.. Perdió su trabajo, se ganó el repudio de todos y en palabras de su ex esposa. “Tú nombre ha sido pisoteado y arrastrado por el fango, tus amistades te evitan. Hay gente que no te llega ni a la suela de los zapatos y que ahora hace chistes a tu costa”
Huyendo de la desgracia, se refugiaría en la granja de Lucy (su hija). Ella, a pesar de haber sido una niña que creció en la ciudad optó por ese estilo de vida, y también por no prever los peligros y creer que amando a los animales, estar del lado de los “oprimidos” se pondría a salvo de la violencia y de sufrir a manos de la maldad de tres hombres lo que es quizá la peor tragedia para una mujer.
De la desgracia no se escapa. Solo puedes dejarte arrastrar por ella y mientras haces pasa resistir. Quien resiste, al menos en el caso de David Lurie tiene que exorcizarse y escribir es un buen medio para eso.

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