Reseña del libro: ''El demonio de la depresión. Un atlas de la enfermedad'' Autor: Andrew Solomon.
- Luis Alfredo Brambila Soto
- 14 may 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2022

Andrew Solomon escribió El Demonio de la Depresión: un atlas de la enfermedad inspirado por la idea de hacer algo que resultara útil a los demás y buscó también que con el relato de su propia depresión y la de otros se generara empatía hacia este padecimiento. También de paso ayudarnos a entenderla, pues es precisamente un atlas que a través de la colección de experiencias, aprendizajes y conocimientos sobre esta podemos hacer un recorrido.
Particularmente pienso que hablar o escribir sobre la depresión además de su efecto liberador o catártico siempre es tender un salvavidas a otro. Solo quien está o ha estado realmente deprimido sabe lo que alguien en esta condición está enfrentando, sabe que ese alguien necesitará toda la ayuda posible y que si no la encuentra pronto quedará derrumbado, cubierto por las sombras y borrado.
A pesar de los múltiples esfuerzos que se han realizado por entenderla la verdad es que la depresión sigue siendo una enfermedad incomprensible. No se habla de una sola causa, sino de muchas causas que son difusas y están entrelazadas. Los síntomas de esta pueden ser diversos y no hay una única forma de estar deprimido.
La depresión en su forma más común se puede entender como la ausencia de algo. Normalmente es la ausencia de vitalidad. Cuando estamos sanos amamos la vida, nuestro trabajo y a los otros, pero deprimido no hay nada de eso. La vida se vuelve insignificante igual que a luces en el día. No hay esperanza. Lo florido se diseca y se nos acaba la fuerza. Y sobre todo, la depresión es independiente a las circunstancias, muchas veces no corresponde a lo que nos sucede, es decir: nos puede ir perfectamente bien y todo puede estar transcurriendo en perfecto orden, pero eso no evita que la depresión te asalte.
La depresión suele clasificarse de dos maneras: leve o distímica y depresión mayor o severa. Se diferencian fundamentalmente por los síntomas. Estar deprimido de manera leve es como ser un fierro expuesto al óxido: corroído, debilitado, afligido y debilitado. Cuando alguien padece una depresión mayor es como si ese fierro se partiera por completo, es un derrumbamiento.
No están claras las razones que llevan a una persona a deprimirse. Sin embargo, debemos de saber es que la depresión es independiente de los hechos y las circunstancias externas. La depresión de ataca aunque tu vida transcurra perfecta, aunque ninguna desgracia te haya sucedido.
Sin embargo, tradicionalmente se habla de que la depresión es propiciada o viene de dos fuentes: factores endógenos y factores reactivos. Sobre la primera decimos que la depresión se genera al azar por causas internas: nuestro organismo, nuestra genética. Mientras una depresión reactiva, es como su nombre lo dice: una reacción un tanto inadecuada y extrema a algo que nos sucedió.
Por ejemplo, las causas externas que normalmente se asocian con la depresión son el estrés, las pérdidas y la humillación. Pero la realidad es que estas circunstancias interactúan con nuestras condiciones internas y propician un estado de depresión. Y la línea se termina difuminando: no se sabe si obedecen principalmente a factores endógenos o externos.
Una de las tantas maneras que tiene la depresión de manifestarse es a través de las adicciones. Los individuos deprimidos tienden a desarrollar adicciones. Si bien, existen diferentes tipos de adicciones y que pueden vincularse con la depresión: adicción al juego, adicción al trabajo, al sexo. La drogadicción y alcoholismo son a las principales adicciones que se vinculan con la depresión. Por tanto se puede intuir que una persona con una adicción experimenta algún grado de depresión.
Para una persona deprimida una adicción frente a la depresión es igual a lo que sucede en Nepal con los elefantes. Cuando este tiene encajada una astilla en la pata, su dueño suele ponerle picante en los ojos para que el dolor del ojo lo distraiga del dolor de la pata y poder retirarle la astilla sin que vaya a morir aplastado por este. Una persona hace eso con su cerebro, su adicción, aunque sabe dolorosa le ayuda a distraerse de lo que su cerebro está sintiendo.
La respuesta extrema a ese dolor es el suicidio. Debemos de tener claro que no todas las personas deprimidas se quitan la vida. Ni todas las personas que se quitan la vida estaban deprimidas. Sin embargo, si existe una correlación importante. Al menos 15 personas de 100 que están deprimidas se suicidan.
El suicido para una persona deprimida es una alternativa que se toma debido a su incapacidad para ver otras alternativas. Son tan terribles las emociones, pensamientos y sentimientos de una persona deprimida que opta por el suicido con tal de no sentir lo que está sintiendo. El suicidio para una persona deprimida es un acto de liberación. Así lo expresa Salomón: “el suicidio en realidad es más una respuesta a la angustia que una solución a la depresión: no es el acto de una mente inútil sino de una mente torturada”
A pesar de esto, tristemente se considera que menos de la mitad de las personas que sufren depresión saben que lo tienen y menos de esa mitad busca ayuda. Muchas veces podemos estar deprimidos y no lo sabemos. Alguien cercano a nosotros está deprimido y ni tú ni él lo saben.
La única forma de salir realmente de una depresión es buscar ayuda profesional. Generalmente se requiere terapia y medicación. A veces se prescinde de la medicación, pero estas suelen ir juntas.
Un terapeuta ayuda a encontrar y resolver las verdaderas causas de la depresión. Un terapeuta ayuda a una persona deprimida a entender su depresión y cuáles son sus síntomas. Cada terapeuta tiene sus técnicas y procedimientos, pero normalmente un terapeuta te ayuda a reconocer tu valía, trabajar tu autoestima, identificar que te llevó a estar deprimido y a enfrentar de mejor manera lo que estás sintiendo. Esto porque la depresión te hace creer ciertas cosas, como por ejemplo, que no sirves para nada y que deberías estar muerto
Sobre la medicación, y esto es muy importante. Existen una serie de mitos que entorpecen que las personas se mediquen o sigan con disciplina un tratamiento. Normalmente se cree que los medicamentos generan adicción, pero a ver alguien que no tiene un hígado que funcione y necesite que le inyecte insulina para poder vivir ¿decimos que es adicto a la insulina? El medicamento es lo que la insulina para alguien que tiene diabetes. Una persona que está deprimida enfrenta dificultades para que su cerebro produzca los neurotransmisores que le ayudan a funcionar y estar estable. Un medicamento ayuda a la producción de esos neurotransmisores. Como dice el autor: “tomar medicamentos como parte de la batalla es luchar con fiereza, y rechazar esto sería tan absurdo y autodestructivo como participar en una guerra moderna montado a caballo”..
Es importante tener claro que los dos tratamientos: terapia y la medicación son complementarios. La medicación te ayuda a liberarte de los síntomas y te permite funcionar, pero la terapia alivia y ayuda a entender que es lo que la ocasionó.
La única manera de realmente a ayudar a alguien que está deprimido es instarle a que busque ayuda profesional. Su única y verdadera posibilidad para escapar del infierno de la depresión está en manos y en boca de los profesionales.
Sin embargo, suele ser útil recordarle a una persona que está deprimida al menos dos cosas:
Que su dolor y sus emociones van a pasar. Que al final todo pasa y nada perdura. Su tristeza y su agonía se van a disipar, pero tiene que pelear.
Entender que aquello que siente, habla y piensa no es él o ella. Es el demonio de la depresión que se ha apoderado de sus pensamientos y sus emociones. Y que debe de trabar por extirparlo de su ser.
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