Reseña del libro: ''Contra el tiempo'', Luciano Concheiro.
- Luis Alfredo Brambila Soto
- 11 jul 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2022

Creí que tenía tiempo ¿por qué la gente dice eso? ¿cómo vamos a tener tiempo si es el tiempo el que lo tiene a uno? Jhonas/Dark Cuando estaba pequeño y el teléfono de casa sonaba, junto a su timbrido estaba siempre la voz de mi madre que dictaba: “espérense a que suene por lo menos dos veces y contestan”. Nunca debíamos contestar inmediatamente por más cerca que estuviéramos de él. Había que esperar. Esa lentitud y esa espera de mi infancia es propia del pasado. Hoy parece que todos tenemos una instrucción contraria, la misma que Concheiro advierte que existe en las galerías de arte de New York: el teléfono de la recepción no puede sonar más de dos veces. Y los correos electrónicos no deben ser respondidos en un lapso mayor de doce horas sin importar el día o la hora recibidos. Los teléfonos de casa son cada vez más obsoletos y han caído en desuso. Hoy todos tenemos nuestro móvil del que siempre hay que estar pendientes y al que debemos atender con rapidez. Alguien que no responde rápidamente, que no actualiza sus redes o interactúa con sus contactos está desfasado o se le considera un extraño. Además, nuestros móviles vienen equipados con artefactos (como los smartwaches) que te permiten hacer más de cinco cosas a la vez y todas de manera rápida e instantánea (incluso mientras manejas). Esto es tan solo una muestra de lo que para Concheiro es el rasgo más distintivo de nuestro tiempo: la aceleración. O dicho al revés: la disminución agigantada de la tolerancia hacia la espera y/o la demora. Todo lo queremos más rápido. Más veloz. Más instantáneo. Lo que ha propiciado la configuración del mundo bajo la premisa de la inmediatez, la rapidez y la prontitud es nuestro sistema económico/capitalista y la inventiva tecnológica. Para obtener más ganancias hay que producir más rápido y eso se logra auxiliándote de los inventos tecnológicos que permiten acelerar los procesos de producción. Esto en un mundo donde la vida es cada vez más inseparable del trabajo ha terminado por convertirnos a nosotros en individuos acelerados. Somos, dice Concheiro, como el Hámster que corre cada vez a mayor velocidad en su rueda. ¿A caso no sentimos que el tiempo nos alcanza cada vez menos y que las tareas son más y más? ¿no quisiéramos que tuviera más horas el día? ¿no sentimos que cerramos los ojos siendo enero y los abrimos y ya era julio? Esto nos ha vuelto dependientes cada vez más de los estimulantes y energizantes. Que nuestro cuerpo se canse se ha tornado un problema. Por eso hay que estimularlo, exigirle más y
más. Hay que tomar café, cocaína, azúcar, Red Bull y/o cualquier bebida energizante. Aún con esto no nos salvamos de las consecuencias físicas de vivir en la aceleración: estrés, tensión física, presión arterial alta, bruxismo, ataques de ansiedad, problemas de memoria. Un problema más en nuestra vida propiciado por la lógica de la aceleración es que la vida está llena de procesos a largo plazo que requieren tiempo: la hipoteca de una casa, dominar una habilidad o una ciencia, construir relaciones sanas, formar un patrimonio. Pero ante nuestra prisa optamos por atajos que invariablemente terminan en la autodestrucción: negocios ilícitos, la liposucción, la falta de compromiso en nuestros vínculos, la simulación. Entonces viene también la ansiedad, la angustia, la frustración y la depresión por querer cosas que están sujetas al tiempo y no a nuestra voluntad. Y lo más grave de todo es que en esta rapidez nuestra vida se vacía de sentido ¿qué caso tiene ver una película que está siendo rebobinada una velocidad que vuelve imperceptible las imágenes y los sonidos? Así vemos pasar nuestra vida. Ante esto ¿qué hacer? Concheiro reconoce que es algo ingenuo pretender cambiar el sistema o el funcionamiento del mundo. Pero lo que sí está a nuestro alcance es nuestra conducta, nuestros pensamientos y desde ahí debemos ir contra el tiempo y la aceleración. Empezando por renunciar al hábito de la velocidad. Buscar la lentitud. El instante. El disfrute. Vivir en el presente. Buscar lo que nos ponga en sintonía con el ritmo de la naturaleza, que dicen se logra con el arte y la naturaleza misma ¿lo vas a descubrir o no tienes tiempo?
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