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Chente y el reggaetón

  • Foto del escritor: Luis Alfredo Brambila Soto
    Luis Alfredo Brambila Soto
  • 18 dic 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 19 abr 2022

Chente y el reggaetón


No era fan de chente. A lo mucho la canción "me voy a quitar de en medio" me consoló en medio de una pérdida amorosa. No era fan, sencillamente, porque mis gustos musicales son otros, pero esto no implica que no comprenda o dimensione la magnitud del ícono que era y lo que representaba para la generación de mis abuelos y de mis padres. Lo escuché por primera vez. "El rey", "mujeres tan divinas" (...) nunca faltaron -ni seguirán faltando- en nuestras reuniones. De ahí que sea comprensible los cientos de homenajes que se le rindieron y las lamentaciones por su muerte.


Sin embargo, esta no fue la respuesta generalizada. Mi generación llegó a manifestar alegría por su muerte y desprecio hacia su legado y su obra. Entre los comentarios más cruentos que leí se me quedó grabado este: "te recordaré como lo que fuiste: un prro agresor, misógino, machista, porque para tus víctimas no es justo que te recuerden hoy con amor y que bueno que te fuiste".


Esta reacción es un reflejo de las ideas y creencias que más o menos se han generalizado en mi generación. Por tanto, nada que no se ajuste a esos cánones no merece ser nombrado más que para señalarle desprecio. Sin embargo, sobre esto hay dos cosas que quiero señalar:


1. Esta claro que nuestra identidad y rasgos culturales que nos han acompañado en los últimos 50 años ya no representan nada para nuestra generación. Si nuestros padres heredaron gustos, creencias y representaciones de nuestros abuelos, mi generación no ha internalizado ni esos símbolos ni esas creencias. Por el contrario, las reprueba. Esto es muestra de una fractura y/o una renovación cultural. De ahí que nuestra clase política esté tan perdida y fracase tanto en intentar conectar con los jóvenes.


2. Esa renovación cultural no apunta a ser necesariamente positiva o mejor. Nuestros ídolos o nuestras representaciones sencillamente no son mejores o dicho de otra forma: adolecen de lo mismo que criticamos. Odiamos a chente por misógino y machista, pero vociferamos generacionalmente letras: "se hace la que no me conoce, pero en mi cama se lo meto en cuatro y en toditas las poses" o "te la meto y te la saco como lo hace tatti te montaste en la jepetta y no tenias panti", pero de esto decimos que el reggaetón es liberación y un ejercicio de nuestra libertad. Si hablamos de otros ámbitos el saldo tampoco es favorable. Nuestro ídolo futbolístico (Messi) fue llevado a juicio por evasión fiscal. Nuestros influencers son encarcelados por pornografía infantil y se venden de manera a partidos políticos para hacerles publicidad ilegal a cambio de $10,000.00. Para ellos no hay repudio ni deseos de muerte. Todo indica que en esta renovación cultural hemos incorporado el rasgo de disculpar o justificar las conductas o creencias de quienes sí nos gustan. No hay posibilidad de ver el error en lo que si nos gusta. Y aquello que no nos guste merece ser odiado y odiada u odiade.


Que en paz descanse chente y la congruencia.




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